Los dos colosos de Memnon ya son tres
Egipto levanta otra de las gigantescas estatuas del templo de Amenofis III en la necrópolis de Luxor
16/02/12
A los dos colosos de Memnon, uno de los iconos más emblemáticos y eternos del Egipto faraónico, que reciben al viajero a la entrada de la necrópolis de Luxor, en la orilla oeste del Nilo, les ha salido un hermano. Un tercer coloso se yergue desde esta semana cien metros por detrás de las dos famosas estatuas, consideradas epítome de las maravillas y misterios egipcios y admiradas ya por los primeros turistas griegos y romanos. Esta tercera estatua, también de cuarcita, formaba parte asimismo de la decoración monumental original del arrasado templo funerario de Amenofis III y cayó derrumbada, con su pareja (los colosos del edificio iban de dos en dos), durante un terremoto alrededor del 1.200 antes de Cristo.
La enorme escultura, el coloso norte de la segunda pareja, originalmente de 15 metros de altura, un poco más pequeña que sus dos famosos hermanos, de 18 metros y que también representa a Amenofis III (lo de Memnon es una atribución griega), quedó fragmentada en el suelo y con el tiempo fue semienterrada por agua y barro al subir el nivel freático. Se la redescubrió en 2002 y se la arrastró hasta terreno sólido donde se procedió a restaurarla mientras se consolidaba con cemento su pedestal. Después, se la ha llevado otra vez a su emplazamiento y se ha procedido a la delicadísima operación de volver a levantar semejante monstruo de piedra, proceso que culminó el lunes.
La recuperación del nuevo coloso la dirige desde 2004 un español, Miguel Ángel López Marcos (Soria, 1963), especialista en conservación de la piedra. En la actualidad se están añadiendo otros fragmentos a la estatua, como el pie derecho del rey y bloques de la base, de cara a la inauguración oficial de la misma, el 1 de marzo (al acto le seguirá un congreso científico en el que se explicará el proceso de recuperación).
“Lo más difícil ha sido levantarla”, explica telefónicamente desde Lúxor López Marcos. “Pesa 250 toneladas y estaba rota por cuarenta sitios”. Quedarán aún por recolocar pierna, pecho y cabeza, de entre 14 y 23 toneladas. En esta sensacional operación, que es como leer el poema de Shelley Ozymandias al revés —aquí el faraón resucita del olvido y restablece su abatido orgullo—, se incluye para el verano de 2013 recuperar también la pareja de esta estatua, el coloso sur, hallado en 2003 y que está siendo tratado por el equipo de conservación que trabaja en el monumento.
¿Tendrían voz estos colosos como es fama la tenía el coloso norte de la famosa pareja? Fue precisamente por esa voz, una especie de quejido, por lo que en la antigüedad los griegos identificaron las esculturas con Memnon, hijo de la Aurora y resucitado (tras morir en Troya) cuando los dedos de la diosa del alba lo acariciaban, a lo que él contestaba con un lamento. “El supuesto canto era en realidad un chirrido producido por una grieta en la cuarcita causada por el terremoto que tumbó a sus hermanos”, recuerda López. “La piedra sonaba al dilatarse por las diferencias tremendas de temperadtura que hay aquí del día a la noche, especialmente en verano, que pueden ser de cuarenta grados. Ese sonido, como un plañido, hizo que los primeros viajeros griegos lo asociaran a su mito del hijo de la Aurora. La grieta siguió ensanchándose y al final ya no chirriaba porque no había roce. En resumen, que no, que no creo que ningún otro coloso vaya a cantar”.
El templo funerario de Amenofis III, en la zona de la necrópolis tebana conocida como Kom el-Hetan fue el más grande de los construidos en la margen izquierda del Nilo y se especula con que su proximidad al río provocara que las crecidas inundaran ritualmente los patios y salas exteriores dejando solo la zona interior más sagrada por encima del nivel del agua. Apenas queda nada del edificio, que se alzaba tras los dos famosos colosos, situados a ambos lados del primer pilono de entrada al templo. El segundo pilono contaba con otra pareja y el tercero, que daba ya paso a la avenida procesional de entrada al patio solar, con otra más. Esta tercera pareja de colosos, en este caso de alabastro y más pequeños aún que la segunda (medían 11 metros), también ha sido encontrada y se proyecta igualmente volver a alzarlos.
Cuando los seis colosos originales vuelvan a erguirse, la fisonomía del lugar cambiará todavía más espectacularmente. “La existencia de seis colosos se sospechaba porque la iconografía en los templos egipcios es muy similar”, señala López Marcos.
El coloso norte de la segunda pareja, el que nos ocupa, cuenta como los dos famosos con las esculturas más pequeñas a sus pies de la madre del rey y de su esposa favorita, la gran reina Tiye. Las labores de restaurarlo y alzarlo de nuevo forman parte del Proyecto de Conservación de los Colosos de Memnon y el templo de Amenofis III, en el que trabaja un equipo egipcio-europeo desde 1998 y que dirige la armenia Hourig Sourouzian, con Rainer Stadelmann como co-director.
¿Le va a hacer sombra el nuevo coloso —y los que vengan— a los de Memnon, acostumbrados a llevarse la gloria solitos? “No creo”, responde López Marcos, “pero ahora es el tercer coloso de Memnón y eso hace que haya que replantear todas las guías y libros de historia”.
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Un incendio durante los disturbios de El Cairo destruye el original de la `Descripción de Egipto´
Más de 160.000 manuscritos y mapas conservados en el Instituto Egipcio son pasto de las llamas.
Por Nuria Tesón
"La libertad no es gratis", gritaba en Egipto un manifestante mientras huía de los golpes de los militares estos días de protestas. Y tenía razón. Diez muertos y más de 500 heridos en tres días respaldan su afirmación. Pero la represión del Ejército sobre los manifestantes ha dejado otra víctima colateral que no sangra ni grita pero arranca lágrimas de frustración: el incendio del Instituto Egipcio que albergaba la más importante colección de mapas y manuscritos del país y en el que se conservaba la copia original del Description de L´Egypte, los 24 volúmenes repletos de ilustraciones que Napoleón encargó a un grupo de científicos que le acompañaron durante su campaña en el país del Nilo.
Anoche los jóvenes manifestantes trataban de salvar del incendio algunas de las casi 200.000 obras que guardaba. 30.000 fueron rescatadas del fuego, según declaró Zein Abdel-Hadi, responsable de las bibliotecas y archivo egipcios, al diario egipcio Al-Ahram. El resto, reducido a cenizas, se pegaba hoy a la ropa y el rostro de los que miraban sin terminar de creerse la tragedia.
"Desde lo alto de esas pirámides, cuarenta siglos os contemplan". Estas palabras de Napoleón a sus soldados han pasado a la historia ligadas a una de las maravillas del mundo antiguo. El francés comprendió pronto que el país que pisaba en los últimos coletazos del siglo XVIII no era comparable a otro. La campaña fue un paseo, pero el legado que el militar dejó permaneció intacto hasta la noche pasada. Bonaparte fundó en 1798 el Instituto de Egipto a semejanza del Instituto nacional de Francia, con Gaspard Monge como presidente, el propio Napoleón como vicepresidente y Joseph Fourier y Costaz como secretarios. El Instituto aprovechó el trabajo de académicos y expertos técnicos de la Comisión de las Ciencias y las Artes y promovido el desarrollo de Egipto con el fin de apoyar a la expedición militar francesa. Un año después de su fundación el Instituto tomó la decisión de recopilar y publicar sus trabajos académicos como la Description de L´Egypte.
Más de 160 científicos y 2.000 artistas participaron en la creación de la obra. El primer volumen publicado estaba consagrado a las antigüedades. Hasta 1824, se publicaron otros nueve tomos y once volúmenes que reúnen 974 láminas grabadas sobre cobre de las cuales 74 son a color. En esta obra magna se hizo acopio de gran cantidad de documentación sobre los monumentos de Egipto, pero también acerca de la fauna y la flora, los minerales, los habitantes, sus costumbres y hábitos, su agricultura y el comercio, las técnicas así como la topografía. La obra culminó con la edición de un Atlas. La calidad de sus tipografías, grabados y dibujos convirtieron estos volúmenes en una de las obras más valiosas y reconocibles de principios del siglo XIX.
El ministro de Cultura egipcio, Abdel Hamid, describió el incendio del Instituto Egipcio como una "catástrofe para la ciencia", y ha anunciado la "formación de un comité de especialistas en la restauración de libros y manuscritos, cuando las condiciones de seguridad lo permitan". Algo que parece difícil cuando los principales disturbios a estas horas, con intercambios de bombas incendiarias se desarrollan en la acera de enfrente del destruido Instituto de Egipto, justo en el edificio de la Universidad Americana, la antigua tabacalera egipcia, un palacio construido en 1860.